La
llegada a la guardería el Lunes 24 supuso la presentación de todo el equipo de
profesoras, así como de las instalaciones al completo. De manera general e
instructiva, Rocío, la encargada de coordinar las prácticas que se van
realizando en el centro, nos fue contando las rutinas diarias de las que partía
el centro, así como las normas que debíamos tener presentes todo el tiempo:
- Llevar el pelo recogido, nada de “piercings” e ir en ropa cómoda.
- Utilizar unos suecos cuya utilización única sea para trabajar en el centro (Todas mis compañeras y yo nos lo compramos, y lo dejamos guardados en una taquilla que nos han asignado)
En
lo que se refiere al trato con los niños/as:
- No gritar de forma ofensiva, y por supuesto no puede darse en ningún caso ningún gesto que se considere agresión física; esto conllevaría la expulsión inmediata.
Bien,
dada estas normas generales del centro, nos propuso la asignación individual de
una clase, de esta forma podríamos adquirir una rutina y un mejor conocimiento
de un grupo de niños/as concreto.
Mi
clase es la de color azul, pertenece a niños y niñas entre 2 años y medio- 3
años. La Seño se llama María,
personalmente es encantadora. Una vez me presenté a los niños/as, María me
estuvo informando durante toda la mañana de la rutina diaria de clase:
En
primer lugar, se realiza una asamblea que consiste en un repaso general de los
días de la semana, los números, algunas letras, los colores… Seguidamente se
pasa a la realización de unas fichas para trabajar ciertos aspectos cognitivos.
Las fichas que he trabajado con los peques esta semana han consistido en
trabajar la perspectiva de delante-detrás, el tamaño (grande-pequeño) y el
trazado de círculos y cruces. Las fichas pertenecen a un libro personal de cada
niño o niña, aunque las mesas en el aula hacen que la clase se divida en tres grupos, para fomentar el propio trabajo
en equipo.
Acabadas
las fichas por todos los peques, pasamos al desayuno. Se reparten galletas y
batido de chocolate, o bien si el niño/a trae su propio desayuno de casa se le
da éste. Una vez acabado el desayuno se da paso a un tiempo libre, en el que se
alterna actividades psicomotrices (como bailar), lectura de cuento, o
repartición de puzles.
Al
ser un centro bilingüe, estos niños/as reciben diariamente una pequeña clase de
inglés, impartida por Fran, llamado por todos en el centro como “teacher”.
Posterior a esta clase, salimos al patio a jugar, es una forma de hacer tiempo
para cuando llega la hora del comedor. Una vez han comido, vuelven al patio
mientras las profesoras vamos aseándolos (quitándoles el baby, limpiándoles las manitas y la cara, preparando las mochilas, las
agendas y/o cambiándoles de pañal a aquellos que aún lo llevan), hacen
tiempo en el patio hasta que sus papás, abuelas, tíos… vienen a recogerlos para
irse a casa.
Esta
rutina la hemos ido consolidando durante esta semana, añadiendo el especial de
la celebración del Día de Andalucía, donde el desayuno fue el típico pan con aceite y azúcar, además de
realizar una manualidad propia que consistió en un abanico de color verde,
donde utilizamos pintura blanca y trozitos de papel rojo que formaban parte de
una flor dibujada en el mismo. También, en la salida al patio cantamos
numerosas veces e himno de Andalucía, acompañada de la repartición de globos
verdes y blancos a cada niño/a.
Sin
embargo, el jueves, día 27 al ser un día festivo, asistieron la mitad de los
niños/as que forman parte del centro, por lo que Rocío nos propuso conocer la
dinámica de otro aula distinta a la que tenemos asignada, para así experimentar
la rutina de niños/as de otras edades.
Yo
elegí escoger a peques de un año menor, es decir, sus edades comprenden entre 1
año y medio- 2 años. La profesora tutora de la clase amarilla, se llama Mila y
es pedagoga. Me iba explicando conforme iba pasando el día las actividades que
ella realizaba, enseñándome numerosos trucos y consejos inclinados desde una
visión pedagógica. Me otorgó la suficiente confianza de dejarme el manejo casi
completo de toda la clase, y me permitió hacer las actividades que yo iba
proponiendo. Les puse música e hicimos ejercicios para trabajar la
psicomotricidad y las partes del cuerpo, y el resto de juegos los centré en el
valor de compartir, ya que Mila me había estado comentando la importancia de
fomentar este valor, puesto que muchos de los niños/as lo no tienen aún
interiorizado.
En
resumen, la semana se ha basado en la observación y acomodación de nuestra
presencia dentro de las aulas y del centro en general, así como el conocimiento
de la rutina seguida.
La
ilusión es algo que ha persistido en los cuatro días que he ido al centro y
espero que siga siendo así. Aunque los dos primeros días al llegar a casa, me
invadió una gran preocupación, pensando que mi futuro como pedagoga, y los
estudios que he estado adquiriendo estos dos años y medio no tenían ninguna
utilidad en este centro. Me he ido agarrando a la idea de que los prejuicios y
apariencias, por así decirlo, en la mayoría de ocasiones no se cumplen, y que
la confianza se gana poco a poco, la cual pienso que me permitirá desarrollar
actividades y ejercicios más específicos en un sentido pedagógico. Tanto es
así, que a partir del tercer día mi sensación ha sido como si llevara muchísimo
tiempo dentro del centro, he adquirido más autonomía y sobre todo seguridad y
confianza en mí misma, en lo que puedo llegar a hacer y ser capaz de participar
de algún modo en un desarrollo positivo de todos los niños/as.
Si
se me permite, apuntar que sin acepciones todos los peques son adorables, me
resultan unos muñecos/as entrañables, a los cuales les estoy cogiendo bastante
cariño, y es una sensación bastante bonita, el sentirte capaz de protegerlos y
cuidarlos.
Hace
ya un año y medio, participé en un voluntariado en el CEIP. Andalucía, colegio
perteneciente a la zona de las tres mil viviendas en Sevilla. Recuerdo que
estuve ejerciendo de profesora con niños/as de tres y cinco años. Con esto
quiero mostrar una pequeña reflexión interior que he tenido, respecto a la gran
DIFERENCIA sobre unos niños/as a otros, influyendo gravemente el contexto
geográfico, así como el nivel socioeconómico y cultural del que carecían los
peques con los que estuve en ese centro. La diferencia es abismal, en cuanto a
los problemas que he podido encontrarme en el aula, en el lenguaje, la manera
de comportarse, el aseo…
Volviendo
a la guardería, ha sido notable el respeto que me muestran los niños/as
referido a mi rol de “Seño”. Además,
he notado que Fran y Mila están muy contentos con mi manera de actuar y de
hacer las cosas, ya que me lo han transmitido, y ello hace que me sienta
orgullosa de mi misma. Sí que es cierto que aún falta soltura por mi parte, a
veces me da vergüenza hacer ciertas cosas que sí haría si estuviera sola, pero
supongo que esto irá cambiando ya que una oportunidad como esta no se puede
desaprovechar.